
El recurso del disfraz siempre me ha gustado: hacer de alguien que en realidad no somos me parece muy divertido. A veces nos gusta disfrazarnos de superhéroes como si afrontar algunos días no fuera suficiente aún si tener superpoderes, capa y antifaz. Otras nos gusta transgredir,ocultar una sonrisa triste como la del payaso que llora, o simplemente llamar la atención.
Este año disfracé una vez más a Pablo y disfruté mucho con ello. Le puse el traje que le había comprado en Marruecos hace ya algo más de un año, y estaba muy simpático: con sus ojitos negros y su tez morena, su delgadez y su gran sonrisa...
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