Todos los días se muere una parte de nosotros y todos los días dejamos que nazcan cosas nuevas: cuando miramos atrás y vemos que lo andado es ya un trecho, y suspiramos porque hay cosas que aún nos duelen ( decepciones gigantes que nos trajo la vida, pequeñas caídas cuando no lo esperábamos, etc), algo de nosotros se escapa en esos supiros. Es como si suspirando cerrásemos o precintásemos una puerta.
En ocasiones, las buenas, miramos atrás y sabemos que todo eso que nos hizo daño y que se llevó parte de nuestra ingenuidad, ya pasó y que tenemos tooooda una vida por descubrir.
Lo que quedo atrás ya se murió y lo que nos queda está por nacer.
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