Aún tengo el sabor de la menta en mis labios y la muesca de las risas compartidas con mis amigos. Me pesan las piernas del estrés de estos días y mis manos no dejan de estar entumecidas por la lluvia.
Pero después de varias semanas de mucha actividad, lo que más duele es la ausencia: ausencia de lo que me falta; de lo que irremediablemente he de compartir con otros. Será así siempre, lo sé, y deseo que así sea. Pero duele. Duele verme en esta casa grande vacía, con mil cosas por hacer y sin ánimo para hacer ninguna…
Echo en falta sus gritos y sus risas, y añoro sus caricias y sus besos…compartir aquello que uno ama no es sencillo.
http://www.youtube.com/watch?v=t2KfF47rO_g
http://www.youtube.com/watch?v=fPFVF5tweAY
Horrible e irrenunciable sensación, sí; aunque me temo de que la única que se salva de tenerla es tu sonrisa que te tiene siempre, para envidia del resto, y no necesita más.
ResponderEliminarEsas situaciones, dicen algunos, "forjan carácter" pero, digo yo, ¿qué necesidad tenemos de que se forje? :)
Un gusto leerte siempre.
Besos