Tus ojos.
Conexión, una mirada medida, fijamente sin temor; y al fondo escondido un ser minúsculo o gigante esperando la mía. Sin miedo me adentro, tímida hasta el fondo, para observarlo todo, para mirármelo todo y llevarlo agarrado a mi retina, no sé hasta cuándo pero se adhiere. Oscuros.
Mis ojos.
Mantener la mirada cuando te sientes desnudar por dentro, en cada una de las salas. Conexión. Y esos fuegos artificiales tan difíciles de encontrar por las calles, cuando se encuentran tus ojos y los míos en un punto en el centro de las intenciones…
Las risas: porque lo primero con lo que río es con la mirada, cuando he de torcer el gesto para no sentirme tan llena de ojos, me río con los míos y durante breves segundos me siento ruborizar.
Cuando dos miradas se cruzan y van llenas de eso que no son lágrimas, quiero mirar todo el tiempo.
http://www.youtube.com/watch?v=c9LcnRmih0c
Me gusta esta entrada mucho. Entiendo perfectamente lo que quieres decir.
ResponderEliminarSaludos, María.
A veces, uno naufraga en una mirada y ésa mirada naufraga y se inunda en uno. Lástima que la mayoría de las veces, forma más parte de los sueños de que la realidad.
ResponderEliminarAún así, hay miradas inolvidables, imposibles de simular. Y todavía me estremezco recordándolas.
Precioso texto
Gracias Ninfa querida...es cierto: los recuerdos están llenos de miradas.
ResponderEliminarUn beso desde Madrid!