
Puntas como lanzas de un cuadro del que todos saben su nombre, son las antenas hasta el cielo; calles de atardecer recorridas de tu mano: del cielo al Madrid de la calle y a las plazas de gritos, niños jugando el verano.
El aire se torna una brisa que se agradece después de tocar el cielo con las manos, y en la estrechez de las mesas alienadas se cuela como un ángel que devuelve los alientos.
La calle parece de piedra, es de colores: de todos los colores del mundo y no me reconozco paseando por ella hasta la plaza.
Estoy en Madrid y el Sol está tostando la noche y huele a menta y canela: cierro los ojos y me veo en lugares en los que estuve y con los que siempre sueño para poder repetirlos en mi mente.
Se me parte el corazón en trozos, pero estoy en Madrid, en mi Madrid viejo.
Curioso, te recordé hace apenas un par de días y hoy me has visitado...
ResponderEliminarNo sé por qué se te parte el corazón pero estás en Madrid, en nuestro Madrid viejo. Ése que yo, tan rara, tanto amo.
Y eso es un privilegio.
Un beso